Las salas multimedia son un vasto universo, al que casi sin darnos cuenta, nos hemos ido acostumbrando paulatinamente y quizá precisamente por eso, por su feliz “normalización”, no nos hayamos cuestionado suficientemente en qué consisten y qué son… Especialmente, desde el papel que, como docentes, tendremos que jugar en ellas en el futuro…
Sus virtudes saltan a la vista. Como en el 2003 señalaba la Comisión Europea en su informe ya clásico sobre el impacto de las TICs en la enseñanza de Lenguas Extranjeras, el empleo de las mismas aumenta la motivación tanto de profesores como alumnos y los conduce a un mejor rendimiento, y en este sentido, la sala multimedia es el lugar idóneo donde todas ellas tienen cabida. Además, y como señala López Murcia, las TICs fomentan el autoaprendizaje y la autonomía de los aprendientes, constituyen un medio inestimable de acceder a materiales auténticos y actualizados, permiten la integración de todas las destrezas a través del uso real de la lengua y permiten traspasar las paredes impuestas por las clases tradicionales, interactuando con otros estudiantes en espacio y tiempo diferentes.
La lista de beneficios que nos brindan podría extenderse así hasta casi el infinito. Quizá por eso, no es de extrañar el hecho de que un centro cuente con sala multimedia sea un requisito favorable para la obtención del CEELE.
Sin embargo, en la práctica las salas multimedia, como cualquier otro contexto de aprendizaje, representan una especificidad que las diferencia de otros entornos que si ya de por sí se muestran complejos de gestionar, pasados por el tamiz de la tecnología se nos complican aún más.
A las numerosas variables del proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos que sumar cuestiones de hardware, software y el factor humano —profesores y alumnos— que, al interactuar con equipos, sufrimos los desajustes típicos del directo y los imprevistos que nos juega la tecnología, especialmente, a los legos en este “caprichoso” campo…
En efecto, una búsqueda rápida y superficial por la web con las palabras clave “sala multimedia” nos ofrece una cantidad inmensa de proveedores de soluciones integradas de hardware, software e, incluso, mobiliario para la enseñanza de idiomas.
En efecto, una búsqueda rápida y superficial por la web con las palabras clave “sala multimedia” nos ofrece una cantidad inmensa de proveedores de soluciones integradas de hardware, software e, incluso, mobiliario para la enseñanza de idiomas.
La lista de proveedores de este tipo de instalaciones y servicios es ingente y uno se siente perdido ante tal avalancha tecnológica.
¿Cómo saber qué sistemas son los que más se ajustan a nuestras necesidades? ¿Qué empresas ofrecen mejor servicio post-venta, de mantenimiento y de formación al profesorado? ¿Alguno de vosotros conoce un poco la oferta existente para ayudarnos a los demás a discernir?
Con respecto a cómo dotar la sala de contenido y cómo estructurarlo para que los usuarios (profesores y alumnos) no nos perdamos en esta nube de conocimiento que deja abierta una sala de estas características, hoy en día existen muchísimas posibilidades a nuestro alcance, desde los materiales creados por nosotros hasta las aulas virtuales como Moodle o el AVE.
Sin embargo, por un lado, los recursos económicos y humanos de los que, generalmente, disponen los centros para poder acceder y gestionar esta tecnología no son suficientes. Y por otro, por mucha tecnología que tengamos…
¿Cómo conseguir que nuestra sala multimedia no se convierta en un cibercafé? Esta es sin duda una de las preguntas del millón.
Os propongo a continuación, dos softwares libres de fácil instalación y gestión —con prestaciones muy similares a otros comercializados en el mercado por los distribuidores y fabricantes de salas multimedia y laboratorios de idiomas— destinados al control y seguimiento de las actuaciones de los alumnos en el aula multimedia que quizá algunos de vosotros ya conozcáis sobradamente. Si así es, ¿podéis completar un poco esta información con vuestra experiencia personal?
- Proporciona a profesores y alumnos herramientas que facilitan el envío de información entre ellos
- Proporciona al profesor un conjunto de opciones de control sobre la actividad de los alumnos
- Proporciona al administrador de la red flexibilidad en la configuración del comportamiento de los ordenadores en el aula
- Manual Controlaula
- Permite al profesor realizar demostraciones desde su equipo
- Bloquear los equipos de los alumnos
- Envío de mensajes
- Cerrar sesiones de usuario
- Apagar equipos
- Obtener capturas de pantalla
- Ejecución remota de aplicaciones
Como una imagen vale más que mil palabras, aquí va una demo que, aunque modesta, nos servirá un poco más para hacernos a la idea de qué estamos hablando y qué posibilidades nos abre esta herramienta
Y para aquellos que quieran profundizar más en todo esto, aquí va una página indispensable…
Cómo conclusión, y por mi experiencia, las salas multimedia, concebidas bien como centro de recursos (especie de biblioteca moderna para el autoaprendizaje o para el refuerzo) o pensadas para su integración en el currículo de centro como un espacio más de aprendizaje regular (lo que venía siendo el laboratorio tradicional a la clase de física y química, pero aplicado a la enseñanza de ELE) son más que una sala dotada de alta tecnología —una serie de ordenadores en red conectados a Internet en un espacio que cuenta además con sistema de vídeo y audio y/o pizarra “superdotada”, en la terminología de Lucía— que es lo que, principalmente, estamos acostumbrados a ver, y en consecuencia, a pensar que son.
En definitiva, parece que el hardware sin el software, sin unos contenidos realmente pensados para ser trabajados a través de las TICs e incluso un “metasoftware” de control de la sala administrado por un gestor no son nada… Por supuesto, sin alumnos o usuarios, tampoco.
Visto lo visto, parece que el perfil profesional ya de por sí, bastante polifacético de los profes de ELE, va tomando una nueva fisonomía…
En definitiva, parece que el hardware sin el software, sin unos contenidos realmente pensados para ser trabajados a través de las TICs e incluso un “metasoftware” de control de la sala administrado por un gestor no son nada… Por supuesto, sin alumnos o usuarios, tampoco.
Visto lo visto, parece que el perfil profesional ya de por sí, bastante polifacético de los profes de ELE, va tomando una nueva fisonomía…
A esta viñeta, desde luego, le faltan nuevos rasgos… Y dicho de paso, bienvenidos sean… aquellos que nos hagan profesores del siglo XXI, pues como queda claro, las tecnologías sin sus administradores de poco nos valen…
¿Alguien se anima pues a contarnos su experiencia o darnos alguna recomendación o tip sobre la gestión de salas multimedia en toda su multidimensionalidad?
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