La primera vez que oí los términos “medios de comunicación síncronos y asíncronos”
estaba en una clase de Bases de datos yfuncionamiento de las redes, asignatura de mi máster en Lenguas Modernas,
en Italia. Era el primer día de clase (de esta asignatura) y la profesora nos
estaba explicando dónde podíamos encontrar las informaciones acerca de la asignatura
y las clases. De hecho, dijo que el método que ella iba a usar era asíncrono,
ya que solía poner los avisos en su página docente en el sitio de la facultad.
De esta manera, el estudiante al que le interesara saber si había habido
cambios en el horario o en las aulas, o enterarse de cualquier otra información
acerca de la asignatura, tenía que meterse en dicha página web y allí podía ver
las últimas noticias subidas por la docente, que iba, al mismo tiempo, quitando
también las que ya no pudieran ser de interés. Gracias a esta anécdota, los que
todavía no supieran qué se entiende por comunicación síncrona y asíncrona
probablemente ya tendrán una idea. Sin embargo, es mejor definir más claramente
de qué se trata. Como sugiere el nombre, la comunicación sincrónica es una
interacción que se produce mediante una coincidencia temporal de los interlocutores.
Por otra parte, la comunicación asíncrona no requiere dicha coincidencia
temporal.
Otra distinción que aprendí pronto corresponde al uso de sistemas de
comunicación invasivos y no invasivos. El envío de un mail constituía, según la
profesora, un método invasivo, y no solo por ocupar parte del espacio virtual
del destinatario, sino porque lo obligaba a una acción, fuera la de leer,
confirmar la lectura, contestar, etiquetar como spam, borrar, etc. Así pues, la
entrega de nuestro trabajo final (una base de datos y su esquema conceptual), se
iba a realizar colocando nuestros archivos en una carpeta generada a tal propósito
en la red del departamento, a la que teníamos que acceder desde nuestra casa a
través de un programa de FTP (Filezilla). Claro está que, en este caso, la
“entrega” formaba parte del trabajo mismo, dado que se trataba de una
asignatura que tenía que ver no sólo con las bases de datos sino también con el
funcionamiento de las redes. Pero todo lo que acabo de mencionar ha vuelto a
ser objeto de reflexión desde que hablamos de la comunicación tutor-alumno en
la clase de TIC.
En la clasificación de Barker, a la que se refiere Llorente (2006), la
competencia técnica que se requiere al tutor de e-learning incluye aspectos
como:
- Utilizar adecuadamente el correo electrónico.
- Saber dirigir y participar en comunicaciones asincrónicas.
- Diseñar, crear y controlar las salas de chat sincrónicas.
La comunicación telemática en el aprendizaje a distancia se convierte en el
eje fundamental de la relación alumno-docente, ya que es el único modo en el
que los dos agentes pueden interactuar. Este es el primer aspecto que, en mi
opinión, aleja las directivas de mi ex profesora, con la que teníamos clases
presenciales, de la situación de e-learning que estamos considerando ahora.
Otro aspecto importante, relacionado sobre todo con el aprendizaje de las
lenguas, es la interacción entre los alumnos. La lengua, siendo tanto el medio
de comunicación por excelencia como el objeto de estudio, tiene el doble papel
de medio y fin. Por lo tanto, la práctica adquiere una importancia fundamental
en el desarrollo de las competencias del aprendiz y es obligación del
profesor-tutor favorecerla, estimularla y facilitarla. Además, los recursos
tecnológicos hoy en día nos permiten crear entornos virtuales con varios
niveles de apertura y diferentes canales de comunicación (también integrados,
es decir, multimodales). La tutoría a distancia adquiere también una
connotación social muy fuerte, ya que el tutor representa a menudo la única referencia
del estudiante. Por esta razón, el docente tendrá que hacerle llegar al
estudiante mensajes de apoyo, prestarle una atención personal y particular a
cada uno de ellos y ser flexible ante los distintos problemas que se le puedan
plantear.
Con respecto al dilema síncrono/asíncrono, las decisiones se tomarán
considerando el contexto específico y las necesidades del alumno en cada
comunicación. La tutorización por medios síncronos, en algunos casos, resulta
peligrosa cuando el usuario puede necesitar disponer de los datos a posteriori,
mientras que tiene el mérito de obtener respuesta inmediata y poder negociar el
significado (reformulando el concepto, pidiendo aclaraciones y ejemplos, etc.).
Por otra parte, los medios asíncronos no producen una respuesta inmediata, pero
sí es posible volver a la información a posteriori.
En conclusión, como subraya
Llorente, no se puede encontrar un modelo único y generalizable a todos los
procesos de tutorización virtual, pues existen numerosos factores que concurren
a la formación de cada una de las distintas situaciones de aprendizaje. Lo que
se le pide al tutor es, sobre todo, una sensibilidad particular hacia las
necesidades del alumnado, en general, y del alumno en particular, en relación
al peculiar tipo de aprendizaje que es el e-learning.
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