Hace unos días escuché una frase
que me pareció lindísima. Cuando quise citarla en un documento que estaba
escribiendo, reparé en que no tenía ni la más mínima idea de quién la había
dicho. Me dispuse entonces a consultárselo a San Google y el resultado fue, por decir lo menos, curioso.
Primero realicé la búsqueda de la
frase en español, porque en esa lengua me llegó a mí. El buscador me propuso
desde foros en los que se discutía sobre la frase, hasta documentos en pdf en
que ésta era aludida. Pero aún seguía sin conocer a su autor. Decidí traducirla
al inglés para poder rastrearla mejor. Mi sorpresa no fue poca cuando la frase
era atribuida a gente tan diversa como Paulo Coelho (escritor brasilero),
William Shedd (teólogo estadounidense), Grace Hopper (matemática y militar
estadounidense) y Benazir
Bhutto (política pakistaní).
Eduard Torrelles |
Cada nueva búsqueda traía más
interrogantes que respuestas. Estaba siendo totalmente incapaz de encontrar lo
que estaba buscando. Cuando me sentí a punto de naufragar en la marea inasible
de la web recordé la frase que me condujo a esta travesía: “El barco se siente
seguro en el puerto, pero no fue construido para eso”.
Primero pensé en lo importante que es que nuestros
estudiantes tengan las herramientas necesarias para salir a navegar el océano
de la información. Posiblemente esas herramientas estén relacionadas con el
hecho de que seamos conscientes de cuán variada es la información que se
encuentra en el world wide web y que, por tanto, habrá unos sitios
más fiables que otros para según qué propósitos. El carácter heterogéneo de la información no puede
coartar nuestras ganas de salir a navegar. Sin embargo, como en cualquier otro
viaje en el que se surcan los mares, lo importante es tener bien claro desde
dónde partimos y adónde quisiéramos llegar, aunque muy posiblemente la travesía
termine conduciéndonos a un puerto que no habíamos previsto.
Luego pensé en algo que ahora me parece más complejo. En
muchas ocasiones, pareciera ser que en la web 2.0 la noción de autor se ha
diluido en el tramado de unos y ceros. Ahora los
usuarios tenemos la posibilidad de crear nuestro propio contenido y compartirlo
con el mundo, pero eso no implica que le quitemos el mérito a quienes muchas veces sin haber sido
consultados han
aportado sus frases célebres, sus pensamientos e incluso sus fotografías para
que, por ejemplo, nuestro blog se vea más atractivo.
No hay duda de que uno de los principios de la web 2.0 es
compartir. Siguiendo ese mismo principio, deberíamos hacer explícitas las
fuentes de las que hemos recogido información. Por lo tanto, reconocer el mérito
ajeno en el trabajo propio también es una forma de compartir y de crear una
comunidad de conocimiento que aprecie el esfuerzo individual y grupal: una
colectividad de autores en diálogo constante.
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