tRobot
Si hace algunos años me hubieran
planteado la idea de utilizar a un robot como substituto del profesor en una
clase de lenguas, lo habría descartado rápidamente como algo pertinente a las
películas de ciencia ficción. Sin
embargo, la realidad de hoy es otra. En
el colegio Hagjeong de Corea del Sur han lanzado un programa piloto en el que
intentan enseñar inglés a través de un pequeño robot con forma de pingüino
llamado Engkey. Mide tres pies de altura, de cabeza posee una pantalla LCD que proyecta
la imagen de una mujer, de brazos tiene dos extremidades con movilidad limitada
y se desplaza gracias a sus ruedas. Engkey se mueve libremente por el aula,
conversa e interactúa con sus alumnos de cuarto de primaria, les hace
preguntas, proporciona feedback positivo, canta, baila y seguro que en un futuro no muy
lejano hasta podrá jugar a las escondidas. El robot es parcialmente autónomo, actúa
como un avatar y se encuentra conectado via
teleconferencia a un dispositivo que imita los sonidos y movimientos (faciales y corporales) procedentes
de una maestra nativa en las Filipinas.
Es esta maestra a distancia quien diseña y ejecuta la clase a través de Engkey.
Al poner a un lado la curiosidad por una
realidad que implica la coexistencia entre humanos y humanoides, vale la pena
preguntarse por la utilidad y viabilidad de un robot en cualquier clase de
lenguas. El ministerio de educación de Corea del Sur alega que el uso de robots
es menos costoso que contratar a profesores nativos que tendrán que trasladarse
de país para impartir clases. Además, creen que los alumnos se sentirán más
dispuestos a interactuar y participar en clase ya que no se sienten amenazados
por el robot lo cual conlleva la disminución de su filtro afectivo durante la interacción.
Por otra parte, podríamos alegar que la pronunciación es clave para la
perfección de un idioma, lo cual implica mucha repetición y que mejor que un
robot para practicar y repetir sonidos hasta alcanzar la fluidez. La verdad es que
no sabemos si algún día los robots podrán reemplazar a profesores de idiomas. Supongo
que los alumnos serán quienes determinen hasta que punto y bajo que condiciones
es permisible. Lo cierto es que por ahora los niños de la escuela de Hagjeong están
fascinados con Engkey, the teaching robot.
Llevamos años fantaseando sobre la aplicabilidad de los robots, y ahora en Corea del Sur, uno de los paraísos de la investigación sobre la Inteligencia Artificial, aparecen con esta propuesta que tan sólo parece tener ventajas.
ResponderEliminarSeñoras y señores, siento aguarles la fiesta pero creo que este tipo de dispositivos son pura ilusión o al menos un espejismo. Probablemente marque un antes y un después en la investigación de la robótica pero no creo que pueda alcanzar esa meta en la enseñanza de lenguas o de cualquier otra asignatura fuera de Corea del Sur, probablemente por la peculiaridad del contexto, compuesto por unos estudiantes (de la escuela primaria) que llevan expuestos a este tipo de tecnología desde la cuna. Con estos parámetros alterados, la viabilidad del proyecto sería más que cuestionable la viabilidad del proyecto.
Imaginemos por ejemplo, este robot (mismo programa de enseñanza de inglés) en aulas españolas de primaria... está más que claro que (habría que demostrarlo pero con un alto indice de probablidad) los estudiantes quedarían anonadados los primeros 20 minutos, pero el resto de la clase el robot sería un invento al que marear y con el que jugar hasta que alguna persona responsable del centro pudiera controlar la situación.
Imaginemos ahora otro contexto, una clase de adultos, y tratemos de teletransportarnos a esta situación. Bien, ¿alguna idea?, a mí se me vienen a la mente algunas como desinterés, desmotivación, infantilización del alumnado, despersonalización, etc.
Ojo, no cuestiono la utilidad del gadget ni la viabilidad del aparato en las escuelas primarias de Corea del Sur, pero fuera de este contexto su aplicabilidad, en mi humilde opinión, es cuando menos dudosa.